En Jalisco, los policías día a día exponen su integridad física y emocional a diversos contextos violentos y hostiles, lo hacen bajo condiciones laborales que son prácticamente inexistentes; la sociedad, en general, desconfía de su desempeño, porque conocido es el ambiente de corrupción e impunidad en torno a éstos.
Las dependencias encargadas de la seguridad pública son instituciones debilitadas y corrompidas por la falta de profesionalización y el nulo crecimiento laboral; esto propicia que algunos policías terminen sirviendo a la delincuencia organizada, y otros no terminen por encontrar las condiciones para hacer cumplir la ley.
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